jueves, 4 de febrero de 2010

Sábado Santo desde otro punto de vista



La Semana Santa es algo especial en la vida de todo cofrade, es una semana prolongada, alargada durante 365 días al año que culminan con la pasión, muerte y resurrección de Cristo en tan solo una semana. Pero hay un día muy especial para mi, en el que mi sentir cofrade, mi devoción y mi afición y mis ganas de rezar con mi instrumento se juntan.
“Última semana antes de Semana Santa… ultiman los ensayos de un grupo de personas que se preparan para llorar y rezar con sus instrumentos al señor… el señor de las Penas, el señor de Regiones, el señor de la Sentencia… tantos nervios que pasean por todo tu cuerpo, tantas dudas en tu cabeza, tantas ganas de empezar a demostrar lo que en un año has perfeccionado… Llega el SABADO SANTO. Día grande, y tú, cofrade y músico, estás ansioso porque llegue las cinco de la tarde citados en la plaza de la Catedral para afinar, hablar, motivarse, relajarse antes de llegar a las puertas del Santísimo Señor de las Penas. Esa mañana es especial… Recoges el traje de al tintorería, llegas a tu casa, - Mamá, ¿Dónde está el trapo para limpiar la corneta?- en ese momento tu estás realmente ilusionado, sabes que hoy es el día grande, el día que el sueño de todo un año comenzará a hacerse realidad. Por fin has comido y cogido fuerzas para la tarde y noche maravillosas que vas a vivir. Te vistes, te preparas, miras que esté todo listo y te diriges a la cafetería donde has quedado con tus compañeros para tomar café y romper un poco el hielo. Por fin, las 5 de la tarde, ya comienza todo lo que esperabas durante el año, te diriges a la Catedral para afinar tu instrumento y formar con tu banda. Toda la banda está formada, y ti, en un lado, nervioso y ansioso por ver a tu señor de las Penas en la calle. Al sonido de un golpe de caja china los tambores empiezan a sonar y la banda, en ordinario, comienza a soñar… Estás en la puerta, comiéndote las uñas, jugando con la gala de tu corneta, hablando con tus queridos… cuando empieza a asomar el frontal del bendito paso de tu señor. En este momento no eres consciente, la ilusión, los sentimientos, la emoción y la motivación llenan totalmente tu cuerpo. Como si lloro de ángel se tratara, una corneta comienza a “picar” la marcha real y es en ese momento cuando te subes la corneta y comienzas a rezar durante toda una tarde llena de emociones. Tus lágrimas se derraman por tu cara de ver a tu señor en la calle y sentir la alegría de que todo comienza.
El ver andar ese paso de frente por derecho, el saber que debajo van 15 corazones a los que quieres como hermanos, el ir detrás de la mejor silueta debajo de la alcazaba es para ti algo inexplicable, algo que no puedes contar con palabras. Todo el andar es un cumulo de momentos inolvidables que no olvidarás nunca, y que año tras año se acumulan y no salen de tu cabeza. Te acuerdas de amigos, familia, del tiempo, de tu señor…
Pero todo tiene un final… El paso ha llegado a la calle de la capilla del Real Hospital Provincial y sabes que dentro de muy poco tiempo el señor entrará a la capilla. Última marcha… el Señor revira frente a la puerta y tu ya no puedes más y una energía al mirarlo te da las fuerzas para el último esfuerzo que necesitas y al acabar la marcha suena de nuevo la marcha real y es todo una vuelta al principio… Ese día ha sido un día muy especial que nunca olvidarás. Y por fin, después de todo salir bien, a los instantes, de nuevo tienes ganas de que llegue otro Sábado Santo.





Escrito por
Juan Francisco Sánchez Martín

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